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Cistoscopia vesical. De cómo me han tirado la moral por los suelos


De lo único que estoy seguro hasta ahora es que tengo un buen cacao mental. Desde ayer por la tarde dejé la mente en blanco, cosa que hacía tiempo ni lo intentaba, y hasta esta mañana no he vuelto a la realidad. Se me está haciendo muy cuesta arriba.
En esta última fase de mi vida, la mente me ha jugado muy malas pasadas, y he procurado estudiarla llegando al convencimiento de que el cerebro por mucho que los científicos estén ahora investigándolo, descubrirán antes la eterna juventud, que prevenir una puñetera depresión. No digamos nada el intentar llevarnos a la felicidad.
Que existe el baúl de los recuerdos es cierto, pero quizás lo que mucha gente ignora es que en el cerebro existen dos, el de los malos y el de los buenos, e inteligente que es este órgano, el de los malos, cada vez que introduce uno, lo precinta. Si cada persona tuviera a flor de piel todos los malos recuerdos que ha acumulado durante su vida, seria inmensamente desgraciada. Se puede desprecintar y recuperarlos, y de hecho hay personas que disfrutan haciéndolo, personas que por otro misterio de este órgano, les gusta ser desgraciadas, pero no es lo común.
Tampoco es instantáneo el sellar estas llamémosle desgracias, tardan un tiempo durante el cual sufrimos y precisamente uno de mis trucos era construirme unos muros contra esos reveses de la vida acelerando el tiempo de olvidarlos. Más de una persona se ha reído/dudado de esta capacidad mía.
También tengo seguro de que el pasado no existe. Como si en un disco duro se tratara, podemos recuperar pasajes del mismo que normalmente nos ayudan a planificar el futuro (podía ser la experiencia y no repetir lo que hicimos mal).
Tendemos a creer que el mundo que conocemos fue siempre así y nada más incierto. Ahora la ciencia no para de investigar sobre el alargamiento de la vida (es un buen chollo para la poderosa industria farmacéutica) y ya se habla que dentro de relativamente poco la esperanza de vida ronde los ciento veinte años (Se pronostica que podrá ser de cuatrocientos años), pero ignoramos que hasta hace ciento y poco de años esta era de treinta (sigue siendo esta en algunas partes del mundo y cito como ejemplo Sierra Leona). Con treinta años de vida y con las condiciones tan adveras para que esto ocurriera, las personas solo tenían tiempo para procrear e intentar enseñar a defenderse a su prole. La felicidad para ellos no existía. Es algo nuevo para nosotros. Ahora le llaman calidad de vida. El hecho cierto, es que si acabamos nuestra vida laboral a los sesenta y cinco, sesenta y siete u ochenta y nos quedan cuarenta u ochenta años rascándonos las pelotas, lo lógico es pensar en pasarlo lo mejor posible (otro chollo para la industria farmacéutica) y por primera vez los científicos están hablando de la felicidad.
Y aquí viene mi gran incógnita: El futuro.
Doy por cierto de que existe, luego para obtener la felicidad que mejor que averiguar en que consiste esta cosa para nosotros y planificarlo, pero no, no es tan fácil. Ni he pensado ni he visto que porcentaje de cosas que planificamos las llevamos a cabo, lo cierto es que Ley de Murphy en este último año, se me está volviendo bien en contra.
Yo había planificado la búsqueda de la felicidad. También se que esta no existe como cosa tangible, pero llegué al convencimiento de que por el solo hecho de buscarla te podrías acercar a algo próximo a ella.
Me alejé de este país, al cual consideraba un lastre para este fin, fuí a uno bien alejado en el que no conocía a nadie y mucho menos sus costumbres y acerté. Han sido dos años de mi vida muy satisfactorios y si echaba algo de menos que era un hombro en el que apoyar mi cabeza en algún momento de debilidad, al final también lo encontré. Salí de mi depresión diciéndome que jamás uniría mi vida a la de ninguna mujer y sin proyectar nada me llegó la mejor.
Problemas burocráticos (el sistema se encarga de recordarte que te tienen amarrado aunque te encuentres en el polo opuesto de donde te ficharon) que me complicaban mi estancia allí, me decidieron volver para solucionarlos. Esperaba resolverlos en dos o tres meses como mucho y rápidamente emprender la vuelta, pero llega el futuro no planificado, destino o lo que coño sea y acabo para operarme unos tumores en la vesícula. Esto fue en septiembre del año que pasado.
Operación finiquitada, así que ya mismo vuelvo a cruzar el Atlántico. Craso error, la operación solo era parte de un protocolo. Posterior a la misma, analíticas, revisiones medicas pero en especial quimioterapia de baja intensidad (los tumores no eran malignos) no solo para hacer desaparecer las células que no hubieran eliminado la cirugía, sino para prevenir que salieran más (este tipo de tumores, tendían a reproducirse, me dijeron).
Lo que más esperaba era la , en ella se podría ver en directo, a través de una cámara de televisión el estado en que se encontraban los, digamos, restos de los dichosos tumores (o eso creía yo).


Esta vez sí pude ir observando desde que el urólogo fué introduciendo el dichoso tubito, (que por mucho que digan que no duele, no es nada agradable), todo el recorrido que hizo. No solo eso sino que no me corté nada de ir preguntándole todo lo que no veía claro, incluso el me explicaba lo que consideraba interesante que yo supiera y no le había preguntado.
El color de la uretra, rosado, me parecía muy sano. Paró en una especie de mancha oscura y me dijo era la próstata, el interior de la vejiga, también me parecía muy sana, hasta que llegó a una zona más blanquecina y con una superficie rugosa que ya me escamó. Como es lógico le pregunté: ¿Y eso que es?
Son los restos de los tumores que te operaron
Tienen muy mal aspecto
Al contrario, están muy bien
Entonces todo bien ¿no?


Retrocedió el endoscopio hasta un par de pequeños pliegues que ya antes había visto, que aparentemente también tenían buen color, y me dijo: Pues no. ¿Ves esto?, pues son dos nuevos tumores.
Vamos a ver, si he seguido el tratamiento de quimioterapia que no solo era para reparar los tumores operados sino para prevenir otros nuevos, como coño me han aparecido otros dos
El mal ya estaba hecho, me dijo.
¿Y entonces?
Pues que hay que volver a operar
El mundo no solo me cayó encima, sino que me pareció muy pesado.
Del quirófano nos fuimos a una especie de despacho, y a rellenar papeles de en qué consistía la operación, permiso para ejecutarla, informe al anestesista para que él me hiciera sus correspondientes pruebas y para de contar.
Para ellos pura rutina.
Otra cosa que aprendí, durante mis avatares con mi masa de neuronas, fue dejar la mente en blanco. Así se me quedó ayer sin yo pretenderlo. Probablemente sea un sistema de defensa. Veía la televisión sin saber que estaba viendo. Si algo recuerdo es que no quería poner cara de preocupación para no causar malestar a los demás, aunque estoy seguro no lo conseguí.
Este estado me ha durado hasta esta mañana en que he despertado, pero solo hacerlo me he puesto a barruntar.
¿El por qué otra vez? No le temo a la operación en sí, aunque no es nada agradable volver al hospital, encamarme, estar conectado a través de una vena a una bolsa de lo que quieran introducirte en el cuerpo, que después te tengan sondado para observar si sangras después de la operación y demás gaitas, no es a nada de eso a lo que temo.
Temo mas al mono del tabaco el tiempo que este ingresado. Pienso en quitarme del , y no es que ya me vaya a solucionar nada (el mal ya está hecho según el urólogo), pero mi experiencia de otras veces es que para hacerlo hay que tener mucha fortaleza de espíritu, todo lo contrario que ahora.
Ya desde que volví de Costa Rica, el tiempo se me ha hecho eterno. He estado amuermado, hasta el punto que fui a otro médico para ver a qué se debía esta apatía. Me dijo que me notaba desambientado. Nada le había dicho de mi estancia en Centroamérica ni mi animadversión por este país.
Todavía no tengo claro que tenga que perder casi otro año de mi vida con estas mierdas de tumores.
Al igual que no comprendía que no se hubiera descubierto nada para disolver los coágulos de sangre en mis primeros tumores sangrantes y que hubiera que expulsarlos con grandes dolores o absorbiéndolos con una jeringa, mucho menos comprendo que una vez que te han detectado uno, no haya ningún medicamento que detenga la aparición de otros (en teoría es la quimioterapia, para al menos en mi la cosa ha sido un fracaso estrepitoso) y que tenga que ser con la cistoscopia con la que te lo tengan que ver, porque a partir de aquí, mi gran pregunta es: ¿Después de la segunda operación, me volverán a salir más? ¿Tendré que estar lo que me quede de vida en la mesa de operaciones? ¿Es esta la calidad de vida que pretenden que tengamos alargándonosla?

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