Estoy cansado. Muy cansado. Esta tarde ni en condiciones he estado de ir a ver mi atardecer. Se perfectamente que me habrán puesto falta en mi tertulia.
La causa del cansancio: el dolor. No voy a explicar el motivo del mismo, pero esta mañana desde que me levante hasta hace un par de horas he estado con él. Fue en aumento y en ciertos momentos casi lloraba del mismo. Ahora a pesar de haber desaparecido por completo, lo que siento es eso, cansancio.
He cometido el error, de en unos momentos en que no quería pensar en el mismo y puesto delante de este aparato, comunicárselo a una persona muy lejana. Sé que sufría y me daba buenas soluciones, pero también sabía que eran tardías, tenía que haberle hecho caso antes, pero no; cabezón yo, me dije que se me curaría solo (ahora sigo pensándolo). Tampoco quería decírselo a mi amiga (…), puesto que se perfectamente que su reacción inmediata hubiera sido subirme en el carro y llevarme a una especie de ambulatorio a una hora de camino, pero también sabía que tampoco allí me iban a solucionar nada.
El cuerpo es muy inteligente, en él confíe, y él ha sido el que ha solucionado (por ahora) su avería. También es verdad que las personas que me rodean ni tienen medios para buscar a un especialista y el por qué debo de ser yo más que ellos.
Desde que estoy en este país, solo me he encontrado mal (que no enfermo) dos veces. En la anterior fue otro dolor, en aquel caso, de ojos. Aguanté lo indecible, hasta que llegó un momento que decidí buscar ayuda. Carro, ferry, taxi, hasta llegar a un oftalmólogo, reconocimiento y diagnóstico: En los ojos no tenía absolutamente nada. Todo el día dedicado a los ojos y curiosamente los tenía bien. Me dio la dirección de un neurólogo amigo suyo pensando que él lo solucionaría. No quería repetir la experiencia así que afine mis búsquedas en internet, y no se el por qué cuando leí como causa, contractura muscular en el cuello (o algo similar), lo asocié, busqué a mi amiga Helena, me dio un masaje previo pago (en Costa Rica todo vale), y remedio santo. La verdad es que me ha dicho que es conveniente que vuelva, pero soy un dejado; al igual que tendría que haber tomado remedios para el de hoy.
Todo esto me hace reflexionar sobre los pensamientos que tenía cuando abandoné España y mi idea era irme a Nicaragua a un lugar lo más alejado de la civilización. En ese no lugar, ¿cómo lo habría solucionado? El primero casi estoy seguro de no haberlo padecido, puesto que en la lejanía doy por supuesto que la causa fue la postura ante la computadora, postura que corregí. En aquel lugar ni corriente eléctrica hubiera existido. ¿Y el de hoy?: El remedio lo veo tan natural, que estoy convencido que el curandero del pueblo lo hubiera hecho tan bien como el mejor médico de la civilización.
La esperanza de vida se está prolongando hasta edades para mi alarmantes. ¡Vamos!, que la piedra filosofal está a la vuelta de la esquina. ¿Compensará este alargamiento? Ya se vislumbran los primeros problemas y uno está muy en las últimas noticias: la prolongación de la vida laboral. ¿Explotarnos más de lo que lo han hecho hasta ahora? No lo veo claro. ¿Y después?, cuando llegue esta. ¿Asilos (políticamente correcto llamarles residencia de tercera edad)? ¿Estorbo para las familias? Esto último ya lo es; en época de vacaciones los hospitales se llenan de viejos.
No estoy en contra de la prolongación de la vida pero siempre que esta vaya acompañada de una buena calidad de la misma. ¿Es esto lo que estamos consiguiendo?
Me vienen a la cabeza dos ejemplo de vejez, uno humano y otro animal. Cuando un viejo/a, en las tribus trashumantes de los indios norteamericanos, veía que era un estorbo para su familia, una noche desaparecía; la tribu tenía que seguir camino; todos sabían que se dejaban morir, pero aun sintiendo la lógica pena, lo aceptaban como ley de vida.
Los buchones (así llamados los pelícanos por aquí), cuando son viejos (unos lo achacan a la pérdida de visión) el picado no lo hacen sobre una posible presa, sino que eligen una buena roca de la costa y contra ella se estrellan (La Isla de los Hombres Solos).
De una cosa estoy seguro: ni me veré humillado, ni rabiando de dolor en los últimos días de mi vida. Espero conservar la mente lo más lucida posible para que esto no ocurra.
Conseguido: Prolongué la hora de acostarme, aunque con la mente también cansada dudo si no habré escrito una chorrada.
Búsqueda en Google de: De curanderos y de la prolongación de la vida
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