¡Si lo sé no vengo! Me vine de aquel paraíso pensando que tenía que resolver cosas, con la idea fija de que antes de que llegaran los fríos, estaría de vuelta, pero nada, el hombre propone y dios o el destino dispone. Nada he resuelto de lo que me trajo por estos lares, y lo que para nada tenía previsto es el dichoso tumor en la vejiga. Me lo operaron y tengo la sensación de que están experimentando conmigo. He investigado y de los tres tipos de tumores posibles en la vejiga, el mío era el más benigno, pero me imagino que al igual que todos, tiende a reproducirse y la Seguridad Social no soportaría hospitalizarme y pasarme por el quirófano nuevamente, así que cada cierto tiempo, vía meato, me introducen, vete tú a saber que veneno, para que no lo haga. ¿Hasta cuándo me tendrán así? No lo sé, pero probablemente, un día se me hinchan las narices, cogemos el avión y nos volvemos.
En un escrito anterior, había hablado de mis problemas con mi dentadura. La verdad sea dicha desde que tengo uso de razón, para mí ha sido un problema: Empastes, matar nervios, extracciones, injertos y paro. Si sumara todo lo que llevo gastado en ella, probablemente tendría para costearme un negro [¡con perdón! (para nada soy racista)] que me masticara los alimentos.
Ayer no sabía exactamente qué es lo que me iban a hacer. Ya en la Clínica me había hecho radiografías, pero no debía ser muy fiables y me mandaron a otra dedicada solo a TAC, ecografías y demás (la medicina privada avanza a pasos agigantados) a repetirla. Pues bien con ella en pantalla, empiezan a trastearme, y le digo que pare, que rabio de dolor. Otra inyección de anestesia y así hasta cinco. Al parecer tienes una infección, me dice (¡para qué coño sirvió tanta radiografía!, me pregunto) así que tomate estos antibióticos y estos antiinflamatorios, junto a este protector de estómago y si te duele, te tomas estas píldoras. ¿Qué si me duele?.. ¡Rabio! Ayer cuando llegué, me inflé de píldoras antidolor, pero no sé si por efecto de la anestesia, temblaba de frio. A la cama con una buena estufa apuntándome. Por la noche cene un puchero pasado por la batidora.
Esta mañana no estoy mejor.
Me acuerdo de Williams y sus recetas naturales. Precisamente contra el dolor de muelas, era masticar dos ajos y aguantarlos en la boca. La verdad es que lo experimente una vez y no pienso repetirlo.
Definitivamente, sí; me acuerdo de mis atardeceres, de aquellas playas y de los congos despertándome a las cinco de la mañana.
Búsqueda en Google de: ¡Como echo de menos mi Costa Rica!
No comments:
Post a Comment