¡Dios, como echo de menos mi Costa Rica! El tiempo que me está haciendo es lo más desapacible que lo puede ser. Viento, frio y lluvia que no termina de caer. Muy cerca Sierra Nevada, ya todo blanca por la nieve. Nunca he soportado el frio. Me acobarda. Cuando construí esta casa, le hice un buen aislamiento térmico y el sistema de calefacción por radiadores, le puse dos focos de calor, la chimenea, que no deja de ser una caldera y otra eléctrica que funciona por la noche. ¡Pues nada!, solo de asomarme por la ventana que tengo junto a mí y ver las hojas cayendo y el cielo gris, la moral se me baja a los suelos.
¡Si lo sé no vengo! Me vine de aquel paraíso pensando que tenía que resolver cosas, con la idea fija de que antes de que llegaran los fríos, estaría de vuelta, pero nada, el hombre propone y dios o el destino dispone. Nada he resuelto de lo que me trajo por estos lares, y lo que para nada tenía previsto es el dichoso tumor en la vejiga. Me lo operaron y tengo la sensación de que están experimentando conmigo. He investigado y de los tres tipos de tumores posibles en la vejiga, el mío era el más benigno, pero me imagino que al igual que todos, tiende a reproducirse y la Seguridad Social no soportaría hospitalizarme y pasarme por el quirófano nuevamente, así que cada cierto tiempo, vía meato, me introducen, vete tú a saber que veneno, para que no lo haga. ¿Hasta cuándo me tendrán así? No lo sé, pero probablemente, un día se me hinchan las narices, cogemos el avión y nos volvemos.
En un escrito anterior, había hablado de mis problemas con mi dentadura. La verdad sea dicha desde que tengo uso de razón, para mí ha sido un problema: Empastes, matar nervios, extracciones, injertos y paro. Si sumara todo lo que llevo gastado en ella, probablemente tendría para costearme un negro [¡con perdón! (para nada soy racista)] que me masticara los alimentos.
Ayer no sabía exactamente qué es lo que me iban a hacer. Ya en la Clínica me había hecho radiografías, pero no debía ser muy fiables y me mandaron a otra dedicada solo a TAC, ecografías y demás (la medicina privada avanza a pasos agigantados) a repetirla. Pues bien con ella en pantalla, empiezan a trastearme, y le digo que pare, que rabio de dolor. Otra inyección de anestesia y así hasta cinco. Al parecer tienes una infección, me dice (¡para qué coño sirvió tanta radiografía!, me pregunto) así que tomate estos antibióticos y estos antiinflamatorios, junto a este protector de estómago y si te duele, te tomas estas píldoras. ¿Qué si me duele?.. ¡Rabio! Ayer cuando llegué, me inflé de píldoras antidolor, pero no sé si por efecto de la anestesia, temblaba de frio. A la cama con una buena estufa apuntándome. Por la noche cene un puchero pasado por la batidora.
Esta mañana no estoy mejor.
Me acuerdo de Williams y sus recetas naturales. Precisamente contra el dolor de muelas, era masticar dos ajos y aguantarlos en la boca. La verdad es que lo experimente una vez y no pienso repetirlo.
Definitivamente, sí; me acuerdo de mis atardeceres, de aquellas playas y de los congos despertándome a las cinco de la mañana.
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