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Diferentes modos de ver la vida al amanecer

Estando en mi retiro centroamericano, cuando me despertaba por la mañana ya bien entrada la claridad del día (para los nativos el día empezaba con el alba), hiciera sol o estuviera diluviando, cosa muy normal en un país tropical , mi primer pensamiento era: Estoy empezando una nueva vida, y por ende hoy puede ser el final de la misma, así que a aprovecharla.
Aprovecharla no consistía en ir de fiesta ni desarrollar ningún proyecto preconcebido el día anterior, sino ir haciendo las cosas agradables que se me apetecieran sobre la marcha. Podía ser desde acercarme al rio pensando en fotografiar algún cocodrilo (cuando me echaba la cámara a la cara, los muy cabrones ya se habían sumergido), subir a un otero desde el que se distinguía muy bien la bahía, o simplemente sentarme a leer algún libro de los que me mandaban desde España y que tan difíciles de conseguir eran por allí. Tenía costumbres, que no obligaciones con las que disfrutaba, como mi hora de ver el atardecer, cosa que si fotografiaba todas las tardes y la inevitable tertulia junto al mar. Era feliz.
Como cambian las cosas. Nada que ver mis despertares aquí. No pienso en que hoy me toca una nueva vida, sino que problemas tendré que resolver. Tengo pendientes ir al banco (me han llamado del mismo), ir a la compañía eléctrica (aparte de que me birlaron unos cuantos miles de euros, ahora con la potencia que tengo instalada no me pueden colocar un limitador de potencia cuando por ley (nueva por supuesto) me multarán si no lo tengo (eso sí, el que vino a instalarlo, no me dió ninguna solución). Se me está acabando la leña y he de ir a encargar un camión [por la noche tengo resuelta la calefacción (tarifa nocturna)] y lo único que me faltaba es quedarme sin uno de mis pequeños placeres que es encender la chimenea por la tarde. Tambien estoy en espera de que me llamen para ver cómo va mi separación de bienes o el pleito (o como narices se llame) para cobrar una herencia. ¡Nueve o diez meses para la resolucion de estas mierdas y sin saber cuando puede ser el final!
Entre medias mi cuerpo esta con un cansancio musculoneuronal, el cual mi médico de cabecera me dijo que era consecuencia de la quimio (o lo que puñetas sea) que me están poniendo como consecuencia de la extirpación del tumor de la vejiga, y el urólogo, me ha dicho que el de cabecera se quería quitar el muerto de encima porque sería el primer caso de que a ningún operado de este tipo le de ningún tipo de cansancio. Si no remite, cosa que parece que no hace, me tendré que buscar uno particular que desfaga el entuerto. Ni tengo ganas de buscarlo, ni confío mucho en que me de la solución.
Para cualquier persona normal, todo lo mencionado anteriormente, no solo es la rutina diaria, sino que incluso disfrutan moviéndose y discutiendo para después contarles a sus amigos como defienden sus derechos (¡Pobres!), para mi, bien debido a este mencionado cansancio, o porque son cosas que nada me alegran la vida, son un verdadero martirio.
Si, puede que los tumores en la vejiga estando allí, me hubieran traído malas consecuencias, sangraba y no le hacía puñetero caso y sin embargo aquí me hospitalizaron y según me dijeron como consecuencia de la hematuria, y que tenia la hemoglobina tan baja que lo raro es que no me hubiera dado un infarto, pero ¿y por los motivos que en realidad vine?, ¿merece la pena que aún esté aquí? Todos están relacionados con el dinero, dinero que me pertenece, pero no cambio todo el dinero del mundo por el bienestar que perdí.
El Urólogo que me reconoció, es un decir (lo del reconocimiento), a la pregunta que cuanto tenía que estar poniéndome mis dosis de mata células, me dijo que un mínimo de seis meses, cosa que ya he cumplido o estoy a punto de cumplir, así que lo más probable es que una mañana me levante y vuelva a abandonar este mundo.

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