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Perdido entre caminos


Si tienes un buen amigo: ¡mantente alejado de él! La verdad sea dicha, reconozco que soy un insociable, al menos en esta parte del mundo, pero me encuentro en una gran encrucijada y es triste no tener con quien desahogarse.
Por la muerte de María he tenido algún correo y alguna llamada, digamos dándome el dichoso pésame, pero no, la amistad es mucho más que eso. Hay momentos difíciles en esta vida, como el que estoy atravesando y necesitarías a alguien con quien abrirte, y no siempre va a ser el psiquiatra. Ni siquiera pediría consejos, y por supuesto mucho menos dinero, pero estoy seguro que el solo hecho de que te escucharan, seria de un gran alivio.
¿Se me va a olvidar María? Difícil lo veo. Nos lo contábamos todo.
Me encuentro andando por un camino con paso lento y a lo lejos veo varias bifurcaciones, sabiendo que alguna forzosamente tendré que coger, pero por más que pienso en todas veo dudas y en algunas me niego a seguirlas, aunque puede que sean las que más me convienen.
En teoría ya me tenían que haber llamado para volver a operarme de la vejiga, y aunque tengo momentos en que me digo que se opere Rita, sé que tengo que hacerlo, porque noto que algo me dejaron mal.
Mientras me operan, si tengo la certeza (me anestesian de cintura para abajo), de decirle al cirujano que la deje lo mejor posible porque lo que es por ahora no pienso volver. Tiempo tardara en que se me desarrolle otro tumor, y lo que es la quimioterapia la primera vez no me sirvió de nada.
Salgo del hospital y me vuelvo a Costa Rica. Por ahora es el camino que veo más factible. El tiempo que pasé allí fue uno de los más felices, pero también me acuerdo, que más de una vez me faltaba un hombro en el que apoyar mi cabeza, hasta que llego María. Puede que fuera la felicidad completa, Esto seguro que me volverá a ocurrir y mujeres que sean mi pareja ni quiero ni las habrá. Te ven como a un pensionado con el que asegurar su vida.
Me veo cansado y con falta de ideas así que lo mejor es que me deje llevar por la corriente, quedarme aquí y ya vendrán tiempos mejores en el que pueda decidir con más lucidez.
Igual que durante mi depresión la soledad me vino muy bien, ahora no la deseo, y sigo pensando que la felicidad está en el camino de buscarla. Tengo un ejemplo que lo certifica: Mi hijo es por la noche cuando les echa la comida a los perros. Cuando ellos calculan que es la hora, no paran de arañar la puerta y cuando sale a por los cacharros donde aparte del pienso les hecha los restos de nuestra comida, entran haciendo grandes fiestas. Les pone la comida y algunas veces ni siquiera la tocan.
Tengo más caminos.
María, aunque digas que soy un egoísta, no me tenías que haberme dejado. Nadie te necesitaba como yo.
Cuando el mundo que nos rodea es muy poco humano, resulta muy humano alejarse de él.

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