Alguien nos observa desde el infinito
Después de este extraño otoño, hoy es el primer día gris y lluvioso. Bueno, lo de lluvioso vamos a dejarlo, porque la lluvia que cae, ni jode ni deja joder; la suficiente para tenerte encerrado en la casa, pero que en el campo no está calando ni para las hiervas. Lo cierto es que si en los días soleados que hemos dejado atrás, mi cuerpo no me pedía bailar sevillanas, pero hoy mejor que me absorbiera un agujero negro. Me vengo al ordenador e intento distraerme/ investigar, pero la mente se me va a la parte oscura de las cosas.
También es verdad que he recibido una llamada de un familiar de María, y si tenía dudas, hoy lo he certificado: El mundo sigue, cada cual sigue con sus problemas, y de lo que menos hemos hablado es de ella. Ya es pasado. Incluso para mí. Por mucho que la recuerde todos los días, noto que esos pensamientos son cada vez más difusos.
Cuando a alguien le decía que la felicidad esta en el camino de su búsqueda (ahora no tengo fuerzas para emprender ese camino), me contestó: La vida, igual que se esconde ases (me imagino a esos ases envenenados) que saca cuando menos te lo esperas, también guarda bonitos regalos para asombrarte. Pienso que no, que en el mejor de los casos, al menos a mí en esta última parte de la vida, ha sido una ruleta rusa, en lo que lo mejor que me ha podido pasar es que no saliera la bala, aunque ha habido un momento especial en el que con toda mi alma lo hubiera deseado.
Esta vida es injusta, o cada cual tiene lo que se merece, son otras de las frases que no he parado de escuchar. Tampoco estoy de acuerdo. Cuando nos referimos a la vida, ¿a cuál de ellas nos apuntamos?, a la de una persona, a la del planeta Tierra, o a la del universo. ¿Qué culpa tiene un niño somalí de haber nacido en el cuerno de África? Y esos búfalos que se acercan, en época de sequia, a esos abrevaderos en los que saben que les esperan toda clase de depredadores. ¿Cuál cae? ¿El que ha hecho cosas peores en esta vida? No, cae el que se pone a beber más cerca del hambriento cocodrilo.
No creo que María fuera esto lo que se mereciera. Creo que ha tenido una vida difícil y justo cuando empezaba a ser feliz, se la come el cocodrilo. ¡Maldito depredador!
Seguimos creyéndonos (los humanos) el centro del universo y no somos más que unas amebas engordadas. Gran parte de culpa de que pensemos así la han tenido las religiones.
¿Quién les iba a decir a los dinosaurios, que dominaron los ecosistemas terrestres del Mesozoico durante unos 160 millones de años, que un día iban a desaparecer? El puñetero homo sapiens que hoy conocemos, lleva sobre este punto del universo, entre 100.000 y 200.000 años. Pero sin llegar a los dinosaurios, el por qué desaparecieron de la tierra otras especies de homos como hombre de Neandertal, hace 28.000 años (¡vamos!, un suspiro). Estoy convencido de que un día, esos que como he dicho, nos consideramos el centro del mundo, desaparecerán (espero yo haberlo hecho antes), y esto no lo digo yo, la OMS, dice “la humanidad es la especie más importante amenazada”, pero la catástrofe, más bien será una liberación del planeta de esta especie dañina.
Mi idea era hablar sobre María, y en el olvido a que ya la estamos sometiendo, pero me he ido por las ramas, como siempre.
En un escrito anterior, dije que podía hablar sobre los neutrinos, pero que dentro de mi cerebro solo había serrín, pero hoy voy a mencionar algo: Miles de millones de neutrinos, pasan por nuestro pulgar cada segundo, es decir, ahora mismo están atravesando todo nuestro cuerpo con un autentico bombardeo. Sin embargo son como pequeños fantasmas que no interaccionan con nada, por lo que no nos enteramos. Estos neutrinos pueden venir del sol, atravesar toda la tierra y seguir su camino hasta las infinidades del cosmos, llevando una pequeñita esencia de nosotros (Sonia Fernández-Vidal), pues bien parte de su esencia, por pequeña que sea nos estará observando desde el infinito, puesto que recordemos que como mínimo, viajan a la velocidad de la luz. Miraré hacia el firmamento.
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