Del sueño americano al sueño de la felicidad
Rigo es uno de los asiduos a mi tertulia. Por comparación, no ya con los que se sientan en mi mesa, sino con las otras tertulias en las que suelen estar los amigos de la mota (marihuana), es una de las personas más razonables y prudentes donde los haya. Quizás un poco retraído.
Es ebanista y no le falta trabajo. Aparte un buen deportista; los desplazamientos a sus lugares de trabajo los hace en bicicleta, y a veces desplazamientos como desde Guanacaste hasta aquí, también los ha hecho.
En estos días sobre las siete de la tarde es raro que no venga algún aguacero, lo que hace que tengamos que largarnos. Siempre hay alguno que es el que da la voz de alarma, los otros días, la dio German, y solo quedamos Rigo y yo. De él es el que mas me fio y acerté. Que conste que le he preguntado como entre cinco y diez minutos de antelación los detesta: ¿Es el olfato? (algunos dicen que huelen el agua), ¿es un oído muy sensible? No, me contesta, se nota en el ambiente.
Como decía, nos quedamos solos. No se como salió a relucir Estados Unidos, cuando en un momento, me dijo: Yo estuve allí cerca de cuatro años. No me lo esperaba de él. Por favor, cuéntame.
Conocí a un gringo y nos hicimos bastante amigos, cuando se fue me mando llamar. Yo solo tuve que preocuparme del pasaporte, del resto se encargo él: Visa, Contrato de trabajo y todo el tiempo que estuve allí, estuve legal.
Vivió en Los Ángeles y sus alrededores.
Pienso, que ahora, el mal llamado sueño americano, si lo es. Llegar a Estados Unidos es el sueño de cualquier latinoamericano.
Rigo, lo tuviste todo y lo dejaste. ¿Cual fue el motivo?
Allí no era feliz, me contesta.
Aun hay personas en este mundo que anteponen la felicidad al materialismo.
¡Bienvenido, Rigo!
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