No es de ayer lo que pienso sobre los himnos, las banderas y las fronteras; pensamiento que no pienso desvelar por respeto a los que en ellas creen, pero si estoy seguro que no daría mi vida por la defensa de ninguna.
En las noticias de estos días (Ya casi me funciona mi reloj biológico, y la hora de comer al medio día coincide con un telediario), como siempre con fines políticos, no paran de sacar la muerte de seis soldados de las tropas españolas (¿Españolas?) de paz (¿De paz?) en el Líbano. También es coincidencia que de los seis muertos, tres son nacidos en España y los otros tres en Colombia. La verdad es que para mi no esta tan claro la denominación que se les ha dado a las mismas.
Como es lógico, no conozco a ninguno de ellos, pero yo como español (¿Español yo?), debía pensar más en los nacidos en este país, pero no sé por qué razón, siento más lastima por los colombianos. Alguien me quiere decir a cuál de las tres defendían estos últimos. No he seguido a fondo la noticia, pero casi apostaría algo de mí, que lo hicieron por la bandera del hambre (Que por cierto aun no sé sus colores). Suya y de sus familias; o como mínimo por una vida más decente.
Seguiré hablando de España. Creo que los futbolistas de la selección nacional de fútbol, están muy apenados, porque cuando tocan el himno no pueden cantar, al no tener letra. ¡Pobres hombres! ¿No tenéis de otra cosa de que apenarse?
La bandera; esto en España se complica, porque ya hay tantas que no se a cuál de ellas hay que defender. Aseguraría que la mayor parte de los que lo hacen, no tienen ni idea del significado de ese galimatías de colores, con el que adornan al trapo que ondea. Por si hay quien mi crítica, yo si me he entretenido en saberlo y es de risa saber de dónde viene la roja y gualda. Tampoco digo nada de la mala imitación de la inglesa.
Ya por último, en la península ibérica, mientras unos en caso de referéndum, se anexionarían a lo que llaman España como es el caso de los portugueses, otros andan dando tiros en la nuca para separarse de ella. Esto sí que es de pena.
Al igual que con las religiones, ¿Cuántas guerras, a lo largo de la historia, han desencadenado esas tres palabrejas?
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