Acabo de recibir un halito de energía. Por más que quieras desconectar de las malditas navidades, la televisión y el teléfono se encargan de recordarte que estás en estas fechas. No quiero describir que son para mí.
Mi amiga Vanessa, me ha hecho trasladar mi mente a mis dos años en Costa Rica, abriendo un paréntesis en la atropellada sinapsis de mis neuronas.
La verdad sea dicha, a una de las cosas que no pude hacerme en aquel lugar, es a vivir con el sol. Los lugareños, a las cinco de la mañana ya andaban por la calle y a las ocho de la noche no eran pocos los que estaban en la cama.
Era raro el día que no tomaba unas imágenes de los atardeceres (algún día las colocaré por aquí), pero eso de madrugar para ver los amaneceres no iba conmigo.
No hay día en el que no piense como burlar a la medicina y sus dichosos protocolos, para volver por allí.
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Amaneceres en Playa Tambor, Bahía ballena
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