¡Maldita navidad! Caí en su puta trampa
La primera idea es la que vale. Comprar un velero, adentrarse en el Pacifico y buscar una isla habitada pero fuera de las rutas comerciales de navegación, y por supuesto sin internet. Esa fue una idea que me rondó hace bastantes años por la cabeza.
Daba por hecho que las navidades estaban pasando lo más desapercibidas que podían serlo; ya había puesto un mensaje en Facebook dando una felicitación generalizada con lo que mi conciencia ya estaba lavada, pero fue precisamente ayer cuando recibí unas felicitaciones, algunas incluso de personas, que hacía meses (¿o años?) que no se ponían en contacto conmigo y algunas me llegaron al alma, por lo que me dije: Pues no, la conciencia la lavé bastante mal, y se me ocurrió, no solo contestarles, sino que ya puestos, que menos que dirigirme a… Y también a… Después pensé, ¡coño! No le he dicho nada a… ni a… pero ya estaba en la cama. La verdad que no recuerdo bien pero tengo la impresión que lo hice de forma automática. A dormir y a levantarme las tropecientas veces que lo hago durante la noche con la dichosa vejiga.
Me despiertan los maullidos del gato. Con cara de mala hostia le abro la puerta pensando que quería hacer sus necesidades fisiológicas, pero no el muy cabrón lo que tenía era hambre y no paró hasta que le eché su pienso.
Veo que no estaba Vanessa ni el carro, por lo que sé que me toca hacerme el desayuno. Leche con cacao con un poco de queque y café en la cafetera italiana que al final conseguí.
Me había dicho que obligaciones, ni una; hasta he dejado de escribir mi diario, pero genio y figura, sigo tomando unos datos en la computadora, cosa que hago todos los días, y me acerco a ella.
Lluvia de mensajes de felicitación o contestando a los que yo mandé ayer. Algunos dicen cosas como, en estas fechas echo de menos a mis seres queridos. Para colmo, intento de que vea a Paula, cosa que no consiguen pero si me mandan un puñado de fotos, no solo de ella sino también de otras personas muy cercanas.
Lo peor, noticias que relaciono con una persona que ya no está. Uno no es de hierro y termino soltando unas lágrimas. Y más peor, me sale mi parte egoísta y pienso en la putada que me hizo dejándome solo. Se perfectamente que no habrá otra mujer en mi vida, por lo que los años (¿años?) que me queden de la misma, no tendré el hombro en el que apoyar mi cabeza.
Veo claramente que las heridas que yo creí estaban cicatrizando, están en carne viva.
¡Maldita navidad! Caí en su puta trampa.
Me habían invitado a comer chancho, por aquí aun hacen matanzas, y por supuesto que no he estado. No tenía puñetero humor.
Me voy a la playa y estaba de lo más normal posible. Un día más. El atardecer incluso feo. Hablo con Patricia y con Norberto. Norberto se queja de que le pagan poco.
La vida sigue.
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