Y llego el día. En este caso Navidad
Mi hija ya me había llamado el día anterior, diciéndome que le había dicho a a Jose que fura a recogerla y que le había puesto cara como de no querer ir, así que me levanto y me visto de ciudad, pensando en que tendré que ir yo. De todas formas le pregunto y no me dice ni si ni no ni blanco ni negro, sino todo lo contario. Al final vamos los dos. Le digo de ir en el Passat, que le había tenido cargando la batería descargada después de tanto tiempo sin usarlo, para que rodara un poco.
Llegamos a la casa de Eva y le ayudo a cargar tropecientas bolsas que tenía preparadas aparte de las que nos trajimos los otros días. Vamos que hay comida para un año.
Vuelta al cortijo, mientras deshace las bolsas y ordena un poco la casa ya es la hora de comer.
Comida y siesta.
Solo despertarme, sé que no estoy bien. Una mezcla de tristeza y ansiedad. La segunda me la calmo con píldoras, pero contra la primera, que yo sepa no las hay.
Enciendo la chimenea y el timbre nos avisa que viene alguien. No podía ser otra que Sole. Bien que ha madrugado, me dije, sabia que pensaba cenar con nosotros. Pedro se había ido a cenar con su familia y ella se había quedado sola.
Jose se va a cenar con su madre y ya solo nos quedamos los cuatro.
Me pongo a fabricarme mis cigarros y Eva preparando la cena. Acabo con mi droga (mis cigarros) y no tenia ganas de escuchar a Sole que tengo la impresión que estos días esta más descontrolada que lo que es normal en ella, asi que me vengo al ordenador. Escucho el teléfono y bajo, porque aunque lo había cogido Eva tenia la impresión de que era para mi como así fue. Rafael me llamaba para ver como me encontraba. Si triste estaba peor me puse. Otra llamada en la que me recomendaban que pidiera cita para el Urólogo y por último llamo a mi hermano Manolo y bromeamos un poco. Eva atiende varias llamadas mas y ni le pregunto de quien eran.
Vuelta al ordenador, y por allí aparece Sole diciendo que se va, que me encuentra mal y no quiere estorbar. La verdad es que no le insisto mucho para que se quede.
Me llama mi hija, porque ya había puesto en la mesa unos canapés y quería que cenáramos. Si tener hambre no es lo mio, esta noche no me entraba nada. Pico unos canapés, unas gambas a la plancha, ponemos la televisión y como no podía ser menos justo en el momento en que el Rey echa su perorata. No me entero de lo que dice, o no quiero enterarme.
Eva que había preparado no se cuantas cosas mas quería que siguiera comiendo, pero lo único que pico es un poco de roscón de navidad.
Se me apetecía irme a la cama para acabar el día, pero era demasiado temprano y temía despertarme a las cuatro de la mañana y dar vueltas como una voladera, así que me pongo a ver la televisión nuevamente para hacer hora. No podía ser menos que en todos los canales los programas fueran de chistosos, y por mucho zapping que hago podía ver algunos coros y misas. Por fin dan las once y no me lo pienso mucho, a la cama.
Temiendo que tampoco pudiera dormir, me tomo una píldora para tal, y me quedo frito al momento. Sueños imposibles que no quiero contar, y a las ocho me levanto. Parece que esta mañana estoy mejor.
Otra que pasó.
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