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Certificado de renta. Enésima vez a Puntarenas a por la cedula de residencia.


Con esta parece que son dos las veces que doy por hecho que ya tenía la cedula de residente en este país, y sigo sin tenerla. Me llaman de Migración de Puntarenas, diciendo que tengo que entregar un certificado de lo que cobro, porque si viene una inspección y se dan cuenta de que falta, me la pueden retirar.
Decía la última vez que escribí sobre este tema: Me habían dado un papel que decían que tenía que entregar en Correos cuanto antes, así que esta mañana, lo primero que hago es llegarme a Cóbano. El sistema no funciona, me dice el funcionario. ¿Funcionará antes de cerrar? Cara de no sé, y a volver mañana a ver si funciona el dichoso sistema o no hay tanta prisa como me dijeron en Puntarenas. Pues bien al otro día el sistema seguía sin funcionar y me hizo un recibí a mano.
Dos cosas por resolver: el entregar el certificado que me pedian y que el dichoso sistema hubiera funcionado, así que me decidí a resolver el que podía que era el de llevar el papel a Puntarenas, y con esta son tropecientas las veces que voy a dicha ciudad para el mismo tema. Las primeras veces, me encantaba. Me recordaba a Cádiz, aunque sabía que no lo era por el sabor de sus viviendas, muchas de ellas con su arquitectura colonial. Carlos Cano comparaba a Cádiz con la Habana. Si hay alguna ciudad que se le parezca es Puntarenas.
Vienen conmigo Vanessa y Jose. Querían salir en el ferry de las cinco y media a lo que les digo que ni loco, así que lo hacemos en el de las nueve. Una vez allí, lo primero, comprarle un regalillo al funcionario/a, que no teniendo culpa del sistema, tengo que reconocer que se ha portado todo lo bien que ha podido conmigo. Me pide la cedula, y le doy la vieja, cara de sorpresa porque daba por hecho que ya tenía la nueva. De todas formas me aconseja que haga un escrito a Migración, solicitándole que me cambien la residencia como pensionado, por la de permanente, cosa que al parecer se puede hacer a partir de los tres años de serlo, con lo que me evitaré mucho papeleo.
Ya con seguridad que nos habíamos perdido el ferry de las once, así que a esperar al de las dos.
Ni puñetera idea de cómo había perdido las gafas que me traje de repuesto, así que la vez anterior, me volví a graduar la vista, y a la semana o por ahí, alguien me las trajo. Eran unas gafas progresivas, pero cuando me las probé, de lejos veía bien, pero lo que es leer o usar la computadora, ni torta, por lo que me llego a la óptica nuevamente. Mi estado de ánimo negativo, me decía que me tendría que joder con ellas, pero no, reconocieron su error, y que vuelva dentro de una semana (las tienen que mandar a San José).
Me siento en una especie de soda que había entrada de un comercio y me tomo un café. Vanessa y Jose no paran de visitar tiendas, pero yo a pesar de ir con las “figueres”, me duelen los pies. Al final voy con ellos a más de uno.
Comida en un lugar que solo sirven pollo frito, taxi y a ir recogiendo las cosas compradas y vuelta al ferry. Llegué destrozado, aunque eso sí, me fui para mi playa.


La verdad es que me entretuve tomando algunos videos que dieran una idea de lo que era Puntarenas y por la noche los armé.
Esta mañana he sufrido toda la ansiedad que me tragué ayer.
Le estoy tomando manía a esta ciudad.

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